jueves, 13 de junio de 2013

Más allá del suelo.

El silencio recorría cada célula, mientras se animaba a dar sus últimos pasos. 
Sabía que si cruzaba esa línea, todo dejaría de ser como antes. 
Ya no habrían mañanas de color celeste, ni el café sería del color de sus pupilas. 
Simplemente era avanzar.
Avanzar separando caminos, arrazando con una historia que fue y con la que pudo haber sido. 
Ya no era sólo silencio. Eran los lindos recuerdos que la invadían, su sonrisa que la desconcertaba, 
y las lágrimas llenando cada recoveco. 
Pero había que decidir. Había que crecer o quedarse sentado mirando la misma película una y otra vez, teniendo la certeza de que todo iba a estar bien, que unos fuertes brazos siempre estarían para sostenerla, y que una dulce melodía siempre la endulzaría.
Había que animarse a saltar y tocar el cielo con las manos, sin saber quien estaba abajo esperando, porque la mejor parte es cuando dudas y llega. Llega y te envuelve. Te hace suya inesperadamente. Llega y te ama sin que lo pidas. 
Por éso cruzó la puerta. Sin saber qué sería, qué pasaría, sólo sabiendo que su límite era el cielo y que en los momentos de soledad, sus pies no la dejarían ir más allá del suelo.

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