domingo, 31 de marzo de 2013

Recorrí calles congestionadas sólo para encontrate. 
No me importaba qué sería de mi, sino qué sería de ti. 
Dónde guardarías nuestros recuerdos, si me recordarías aún siendo mayor, o simplemente pasaría a ser un nuevo archivo de tu mente. 
Mil dudas me inundaban mientras mis piernas corrían más rápido que nunca, intentando desafíar la velocidad de la luz sólo para poder aunque sea abrazarte y sentirte mío nuevamente, por lo menos por unos segundos, como en los viejos tiempos. 
Corrí tan rápido que creí que estaba volando, sentía que mis alas imaginarias se impulsaban con el viento y llegaba a vos. Creí verte, te sentí a pequeños pasos de distancia, pero cuando llegué, no era tu rostro. 
Simplemente fue mi imaginación y mis ganas de amar, de volvernos a ver en alquel bar como la primera vez.
Quizas, no era necesario cruzar mares a pie para encontrarte, quizas sólo debía cerrar los ojos, sentir los latidos de mi corazón y entender que allí estarías para siempre, porque lo que fue, jamás dejará de ser.

Let it be.~

A veces, simplemente se trata de cerrar los ojos y dejarte llevar. Dejar que los recuerdos broten de sus escondites preferidos, auqellos rincones donde nadie va, los que tu mente no piensa, donde no limpias hace mucho por el solo hecho de que no quieres recordar. 
Recordar su dulce voz cuando te cantaba tu canción preferida y vos sonreías aunque no entendías ni una palabra. 
Recordar su mano agarrada a tu manito. Te agarraba tan fuerte que, desde el primer día, supiste que este amor sería para siempre. 
Recordar cuando te quedaste solo por primera vez, mientras debía irse a trabajar, y vos en un nuevo mundo dando tus primeros pasos. No quisiste soltarla, pero debiste quedarte mirándola mientras se alejaba. 
Hay tanto que recordar, tanto que desempolvar. 
Todavía queda un hueco. 
Un pequeño hueco a donde nadie ha llegado, capaz de romperte el corazón. 
Ese hueco en el que habita el más triste recuerdo. 
Aquel que ha sido alcanzado por las telarañas, que ha sido causa de tus lágrimas, de ese vacío que aún sientes, donde esta aquello que quieres olvidar para siempre.
Ese día en el que cruzó la calle y nunca más volvió. 
Y vos, ahí, mirando como se alejaba, con tu pequeña mano temblorosa porque debiste dejarla ir.
Debiste soportar como el viento se la llevaba y la desvanecía en el aire para quedar inmortal en el cielo. 
Tus lágrimas rodaban por tus mejillas, mientras intentabas negarlo. 
Luego de tantos años, es hora de buscar la llave, y animarse. Animarse a recordar, dejarse llevar, limpiar los rincones de tu mente y volar. 
Porque no te olvides que cuando sus miradas se encontraron por primera vez y sentiste su sostén, vos mismo supiste que aquel amor sería para siempre.