jueves, 29 de septiembre de 2011

Del Amor al Odio, Del Odio al Amor.

Miras el cielo, me miras a mi, luego miras el suelo, y tus ojos se enfocan en aquella hormiga que pasa, pasa sola, perdida, esquivando el mundo para salvar su vida. Como vos, como yo, esquivando este momento encerrados en el silencio, encerrados en aquel rayo de sol que ilumina nuestras caras para salvarnos de la decepción, para salvarnos de la tristeza... Son los minutos más eternos de mi vida, pero ahora me estas mirando. Me miras fijamente a los ojos, intento esquivar tu mirada para que no veas las lágrimas caer por mis mejillas. Pero no puedo, no puedo dejar de verte, de ver atentamente tus ojos que me transmiten incomodidad.
Quiero gritarte, gritarte todo lo que siento, todo lo que tengo para decirte. Quiero que sientas lo que me hiciste sentir. Quiero que derrames las mismas lágrimas que yo derrame por vos. Quizás el remordimiento, y el rencor hacen que me convierta en alguien como vos. En alguien a quien en este momento estoy repudiando. Pero no, así no soy yo, así sos vos. No te grito, solo susurro. Susurro que te quiero, que no puedo vivir sin tu calor.
No me entiendo, me estoy contradiciendo. Eso provocas vos en mi, contradicción. Provocas que pase del amor al odio, del odio al amor...
-¿Qué pasa?, me preguntás. Lo preguntas como si no pasara nada, como si estuviera sonriendo. Es que así sos vos, frío como el hielo, así es como contradictoriamente te quiero yo.
-Nada. Te contesto esbozando una pequeña e ínfima sonrisa.
Miras al suelo, buscando a la hormiga, pero ella no está, siguió su camino... Quizás sea eso lo que debamos hacer, seguir nuestros propios caminos.
Entonces pensando en ésa hormiga, en ésa hormiga a quién no le importó nada, y superó las adversidades, me armo de valor, y me paro. Te miro. Con lágrimas cayendo de mis ojos, miro tu rostro, ese rostro tan perfecto, que parece haber sido hecho a medida, parece haber sido hecho para mi.
Y si, me saco las ganas, y te grito, te grito todo lo que significas para mi, te digo que cada noche lloro por vos esperando alguna señal, alguna señal de cariño, de comprensión que me haga reavivar la pasión, y entender por qué estoy junto a vos. Te grito con odio, con ese odio que me provocas, y me estás provocando.
Pero inmediatamente me paralizo, y lo único que atino a decirte es que ahora entiendo todo. Me siento a tu lado y te digo que a pesar de tu actitud infantil, despistada, a pesar de que te olvidas de que somos dos, a pesar de todo, sos único para mi, y esa contradicción que despertas en mi, ese amor y ese odio repentino no lo logra nadie... Activas, armas y desarmas mi vida cada instante, y yo me entrego, te armo y te desarmo, y así somos felices.
Te abrazo, nuestros labios se rozan, y ese sello de amor explicó más de lo que pueden explicar las palabras. Entendí que somos el uno para el otro...
Me quedo enredada entre tus brazos. Miramos el suelo, y vemos pasar a una hormiga. Y a su lado pasa otra hormiga... intentando sobrebivir juntas a la adversidad, esquivando el mundo, al igual que nosotros, que vivimos nuestra propia realidad...

No te busco Ni te encuentro.

Esperarte es como esperar que nazcan las flores en una tarde fría de Julío.
Esperarte es como pedirle al sol que no salga hoy para poder vivir una noche eterna.
Por eso yo no te espero. No te busco, ni te encuentro.
No pienso, ni siento. Porque todo es en vano. Porque soltaste mi mano.
Porque el amor es como una canción, imposible de olvidar, que suena una y otra vez en tu mente, que cantas en cada lugar donde la sientes. Es como una canción que acelera tu corazón... Hasta que ya decides no cantarla, te vas olvidando cada letra, cada sinfonía, te olvidas aquella estrofa, aquella que decía "El amor es más fuerte", te olvidas hasta del último renglón... Te olvidaste del amor. Te olvidaste de mi, de vos.
No te espero... Porque Esperarte es como esperar que Venus y Marte se hagan uno, mezclando sus cuerpos.
Porque Esperarte es como pedirle a tu corazón que entre en calor, que sienta amor.
Esperarte es pedirte que cantes aquella canción...
Aquella canción que no recuerdas, porque para tí no existe el amor, para tí no existen dos...

Nadie sabe.

Cada día al atardecer Ella se sienta sobre la orilla del mar, siente el viento recorriendo cada parte de su cuerpo, la áspera arena y el frío mar que recorren cada recoveco de su silueta. Mira el horizonte, allá a lo lejos, como si esperara algo, como si buscara a alguien. Por momentos se pierde su mirada, como si se desvanecieran todas sus fuerzas.
Nadie sabe qué pasará por su cabeza.
Muchos dicen que intenta recordar los viejos tiempos... Esos momentos donde su piel tenía dueño, donde su piel y la de Él se hacían uno, se conjugaban en un sentimiento, en un mismo fin, despertando una pasión jamás sentida, jamás expresada.. Ella añora aquella mirada buscando la suya, como dos pequeños niños que intentan descifrar qué es el amor, a pesar de que el mundo les diga que no... Añora sentir la respiración de Él a su lado, y sentir el latido de su corazón que indicaba que sí, que todo estaba bien, que allí había amor. Un amor infinito, un amor que escondía magia, que pocos entendían. Ese tipo de Amor donde Ellos se dicen todo con una mirada, se extrañan estando cerca, se hablan en silencio, y se tocan con el pensamiento.
Ella extraña esos momentos, esperando que Él vuelva si Ella lo piensa, lo recuerda...
Alguna vez Él le dijo que cuando se desea, se piensa mucho en algo, se cumple...
Y así pasa las horas, los días, cada atardecer, sentada en la orilla del mar con el viento chocando con su cara, y la arena y el mar deslizándose por su blanca piel..
Nadie sabe por qué...
Pero algunos dicen que Ella lo espera a Él.-