martes, 1 de mayo de 2012

Mentime que me gusta.

¿Y si dejamos de dar vueltas y nos animamos a decirnos las cosas en la cara?
¿Por qué seguir fingiendo que nos queremos mientras los dos sabemos que el amor se deterioró?
¿Por qué fingir que la pasión está intacta mientras nos olvidamos de cómo se sienten nuestras manos sobre nuestros cuerpos?
Será que es más cómodo vivir así, fingiendo. Haciendo de cuenta que las sonrisas tienen un por qué, y no son por pura inercia. Limpiando las lágrimas que caen cada vez que siento la soledad asechandome. 
¿Y si admitís que hace tiempo dejaste de quererme?
Pero no, nunca lo vas a hacer. No te da la cara, no sos lo suficiente maduro para exponer tus sentimientos. No te da la cara para gritarle al mundo que sos cobarde, que no sabés cómo amar a una mujer.
Todavía no te diste cuenta de que cuando te digo 'estoy bien' mis ojos están cargados de gotitas que necesitan convertirse en una catarata, y que aquel 'bien', es en realidad un reflejo de total y completa tristeza.
Por momentos me dan ganas de irme. Pero admito que yo también soy cobarde, me da miedo dejarte y no poder conseguir ni la poquita compañía que vos me das.
¿Y si te dejo y me quedo sola por siempre?, ¿Si en realidad la equivocada soy yo, y nadie me quiere ni me querrá?, ¿Si por dejarte nunca consigo tener los hijos que alguna vez soñé?
Me da miedo encontrar al indicado.
Me da miedo vivir una real soledad.
Me da miedo nunca más existan esas risas esporádicas que hoy tengo, que el tiempo pase y no me vea rodeada de gatos que hagan de almohada. Me da miedo convertirme en aquella tía solterona, que vive de a felicidad de los demás.
Yo quiero mis propia felicidad, pero muchos miedos me rodean, y no me dejan en paz. Yo te quise, y aún te quiero. Pero me hace mal saber que en tu vida soy algo similar a un fantasma. Mis pocas alegrías, no son tus alegrías. Mis tristezas no te interesan. Y lo que más me duele es que no me doy cuenta si aún me amas aunque sea un poco...
Al fn y al cabo, a pesar de todo, admito que estoy cómoda. Admito que es cómodo vivir fingiendo. 
Es cómodo sonreír por inercia, y llorar a escondidas. 
Es cómodo saber que cuando llego a casa estás ahí parado, aunque realmente no me prestes atención y ambos finjamos que aún hay Amor.